jueves, 27 de marzo de 2008

BIBLIOTECOLOGIA: La profesión más antigua del mundo

Por Leonardo Moledo en Página/12
Y aquí tenemos al jinete hipotético y desconcertado, que después de haber recogido microalgas en Australia, visita ahora, con ellas en la mano, el Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA), y se enfrenta a Susana Romanos de Tiratel, directora, que no logra salir de su asombro.


(Un asombro casi igual al del jinete que mira impávido a su dama.) –La verdad es que me siento raro, extraño... ¿la bibliotecología es una ciencia? ¿Estamos legítimamente en esta página, o somos infiltrados?

–Depende del concepto que se tenga. Yo pienso que sí, porque tiene un objeto de estudio, utiliza los métodos de las ciencias sociales, tiene un lenguaje propio para entenderse hacia adentro y con el resto del mundo y tiene una consolidación como disciplina. Como profesión, es antiquísima.

–Pero no la más antigua del mundo, supongo...

–Bueno, usted lo puso en la volanta y ahí quedó. Dado que los registros del saber humano son tan viejos como la escritura, los bibliotecarios tuvieron siempre una tarea importantísima: la preservación de esos registros.

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lunes, 10 de marzo de 2008

"Los bibliotecarios, el estereotipo y la comunidad"

"Los bibliotecarios, el estereotipo y la comunidad" se basa en un proyecto desarrollado por la Prof. Zunilda Roggau con la colaboración de las bibliotecarias María José Coppello y Gilda García, en el Instituto Superior Nro. 12 de Santa Fe, Argentina.

Vigencia del estereotipo del bibliotecario
Los bibliotecarios debieron cambiar porque el entorno cambiaba y no hubo ni hay otra posibilidad en términos de evolución humana; cada ser humano se integra, participa, es arrastrado por las circunstancias. Sin embargo la imagen permaneció como lo atestiguan las innumerables fuentes dentro y fuera de la profesión. La mayor accesibilidad era un imperativo; no hubieran podido ir en contra del impulso, no por lo menos como grupo corporativo, aunque sí probablemente hayan opuesto resistencia a nivel individual, la resistencia al cambio, natural en cualquier actividad.
También quizás, formado en la convicción de que la gente va o debe ir en busca del libro, en consonancia con las corrientes educativas imperantes, el bibliotecario esperó el cambio en vez de producirlo. No hubiera sido posible continuar masivamente con el modelo del Medioevo porque ello hubiera significado la desaparición del rol, lo cual no ocurrió. No es posible concluir que todos estos bibliotecarios quedaron fosilizados en un modelo. Algo debió ocurrir, algún proceso se puso en marcha para que, a pesar de los cambios sociales, a pesar de que estos bibliotecarios formaran parte de estos cambios (hayan querido o no) la imagen quedara fijada en el perfil del Medioevo.
Los cambios políticos, económicos y sociales moldearon las actitudes de la comunidad; su accionar modificó el modo de interactuar con el libro y el conocimiento, apoyaron o utilizaron tendenciosamente el dominio de la palabra
escrita y la posesión de los documentos, sin embargo, el estereotipo permaneció.
El temperamento personal asignado a este bibliotecario (huraño, parco,reservado, tímido), la actitud hacia los lectores (poco comunicativo), el atuendo (anticuado, muy formal) son coherentes con una imagen negativa que fue construida y adaptada a través del tiempo por la comunidad, pero desde un plano moderno, social y comunicativo.
Este estereotipo fue el medio que utilizó la sociedad para almacenar y reproducir en su estructura de pensamiento la imagen del bibliotecario, es decir, una construcción sintética, conocida por todos, con bases reales. La representación social de una actividad o de los representantes de la actividad reúne características de distinta índole, pero el estereotipo es casi siempre negativo o prejuicioso. Las variaciones que se introdujeron fueron variantes de acomodación, de adaptación y solamente en el aspecto externo, el atuendo, el peinado, la expresión; cuando el estereotipo cambia de sexo, cambia el aspecto externo, pero el perfil psicológico permaneció y más aún, los rasgos masculinos como la introversión y la timidez son potenciados negativamente: se tornan en conductas agresivas y rígidas. De hecho, el aspecto físico debe ser seguramente una forma de expresar el descontento ante algo más profundo relacionado con las esferas psicológica o simbólica.
El papel de los medios de comunicación en este proceso de vigencia de los estereotipos ha sido estudiado por varios investigadores desde diferentes
perspectivas, en países muy disímiles por su desarrollo económico y cultural
(Quin, 1995; Aparici, 1995; Peña Astorga, 2000; Roca, 2005; Gómez Hernández
y Saorín Pérez, s.f. a). Buena parte de la bibliografía profesional da cuenta fehacientemente de la presencia de este estereotipo en los medios. Por otra parte
tanto la biblioteca como el bibliotecario no son "noticia", no son polos de interés súbito: la acumulación de conocimiento registrado sugiere reposo aunque
su contenido es extraordinariamente dinámico al ponerse en contacto con la gente. El trabajo cotidiano en las bibliotecas es casi imperceptible: ese estatismo aparente y la intangibilidad de los resultados son muy difíciles de manejar en los medios porque no impactan en el público masivamente.

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